A fines del siglo XIX y a comienzos del XX, Argentina vivió un aluvión inmigratorio; El proceso de modificación en la estructura poblacional genero una notable tensión, un verdadero conflicto entre la forma de ser del nativo, dado a la libertad y al individualismo, y a la de los inmigrantes europeos que traían consigo el ansia de progreso económico, la cultura del trabajo, su disciplina laboral y su sumisión al patrón; por lo que el pueblo criollo se vio relegado de los puestos de trabajo para los cuales se prefiere al extranjero.
En tanto, en el terreno artístico, surgió un movimiento que aspiraba a proporcionar una visión objetiva de los conflictos sociales, poniendo el acento en las preocupaciones, deseos y verdaderas condiciones de vida de las clases populares. Se trataba del Realismo.
En la Argentina, este movimiento coincide con un momento histórico en el cual se logra la estabilidad política durante la presidencia de Roca. Se pone en funcionamiento el modelo económico del liberalismo, gana espacio la corrupción institucional y la sociedad se vuelve muy heterogénea y pluralista por la fuerte presencia de extranjeros, como ya lo he señalado.
Debido a que el interés se centra en los hechos narrados, los géneros que se desarrollan son: la novela, el cuento, y el teatro. En cambio, la poesía no encuentra espacio dentro de este movimiento. La consolidación del teatro nacional llegara con tres grandes dramaturgos a principios del siglo XX: Sánchez, Laferrere y Payro.
Los más importantes narradores argentinos de este siglo reflejan de una manera original, la problemática del mundo contemporáneo en general y del hispanoamericano en particular.
. En sus obras suelen aparecer como temas:
El abandono y la desprotección de las zonas rurales.
El hombre anónimo, solitario, oprimido, masificado en las grandes ciudades.
Los conflictos y las dificultades propios de la convivencia entre las distintas clases sociales y la inserción de los inmigrantes.
Estas temáticas, se pueden detectar en el sainete “Moneda Falsa” (1907) de Florencio Sánchez, en el cual se expresan en las conversaciones el conflicto criollo-inmigrante, el folclore de distintas naciones, lenguas y su acriollamiento, etc. Evoca a la época de principios del siglo XX con su vida cotidiana, sus costumbres y la heterogeneidad de la población. La lengua combina las voces lunfardas del orillero con el habla pintoresca del inmigrante que, en su intención de mimetizarse con el criollo, genera una jerga, el “cocoliche” (mezcla de un español mal aprendido más términos orilleros y vocablos de su lengua materna). Por ejemplo, los personajes Gamberoni y Batifondo, se comunican en un italiano con frases criollas como “(…)¡A mi no, che!(…)”, y tambien con frases en italiano como “(…)¡Cuesto e un bello parlare! ¡Bebiam! (…)” que los demás personajes (como Carmen, Moneda y Lungo) parecen entender lo que manifiestan. Esto da cuenta de cómo el criollo tambien busca y logra relacionarse (y asi de a poco poder integrarse) con el inmigrante, aprendiendo en la práctica de la vida cotidiana, estas lenguas que antes desconocían.